La Organización Nacional de Trabajadores Administrativos, Manuales, Técnicos y Profesionistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), expresa su más amplia solidaridad con los compañeros en huelga de Cafetlán, víctimas de una injusta declaración de inexistencia de la huelga por parte de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal.
El derecho de huelga junto con el derecho de asociación y contratación colectiva son pilares fundamentales de nuestro derecho laboral, razón por la cual nos hermanamos con los huelguistas de Cafetlán por lo que participaremos en una jornada nacional en su apoyo.
¡VIVA LA HUELGA DE CAFETLÁN!
ALTO A LA EMBESTIDA NEOLIBERAL
¡UNIDOS Y ORGANIZADOS VENCEREMOS!
Comité Ejecutivo D-III-24
jueves, 17 de mayo de 2007
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Huelga en esquina Victoria

Notas después de una lectura a "El desacuerdo" de Jacques Ranciere
En el orden policiaco el mundo del trabajo se presupone privado. El trabajo se regula por un individuo que pone condiciones que otros aceptan o rechazan. Los trabajadores son sujetos que no existen ante otro; no existen a propósito de un objeto común igualmente inexistente.
Se presupone que el hecho de que los trabajadores hablen no tiene relación con el de que trabajen... No ven, en consecuencia, de qué manera la parte recibida por un obrero con el nombre de salario podría convertirse en un asunto de la comunidad, en el objeto de una discusión pública.
El sujeto obrero que se hace contar en el espacio público como interlocutor debe hacer como sí el escenario existiese, como si hubiera un mundo común de argumentación, lo que es eminentemente irrazonable, eminentemente sensato y resueltamente subversivo, porque ese mundo no existe.
Se presupone que el hecho de que los trabajadores hablen no tiene relación con el de que trabajen... No ven, en consecuencia, de qué manera la parte recibida por un obrero con el nombre de salario podría convertirse en un asunto de la comunidad, en el objeto de una discusión pública.
El sujeto obrero que se hace contar en el espacio público como interlocutor debe hacer como sí el escenario existiese, como si hubiera un mundo común de argumentación, lo que es eminentemente irrazonable, eminentemente sensato y resueltamente subversivo, porque ese mundo no existe.

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